viernes, 28 de mayo de 2010

Samantha Smith o el fin de las armas nucleares.

Hoy leía en las noticias de mi país que el Presidente, Dmitri Medvédev, elevará al Parlamento el nuevo Tratado sobre Reducción de Armas Ofensivas Estratégicas (START) firmado el 8 de abril en Praga y que fue aprobado hoy por Gobierno ruso, pero aun hay demasiadas armas nucleares en el mundo.


El Tratado START, suscrito por Rusia y EEUU, reduce el número de ojivas en un tercio hasta 1.550 para cada parte, y limita a 800 el número de portadores desplegados y en reserva. Para entrar en vigor, el documento debe ser ratificado por las dos cámaras del Parlamento ruso y el Congreso de EEUU.

Y esto me da pie a explicaros una pequeña historia. Hubo una vez al respecto las armas nucleares en la que una jovencita de 10 años acuño una frase que encierra una gran verdad:

“Nadie tiraría una bomba nuclear en un país donde estuviesen de visita sus hijos o sus nietos.”
La jovencita de la que os hablo es la norteamericana Samantha Smith, nacida el 29 de junio de 1972 en Houlton, un pequeño pueblo en el estado de Maine, Estados Unidos. Dotada de una cierta inquietud al respecto el mundo que le rodeaba, escribió en varias ocasiones a distintos dirigentes politicos, sin embargo por esas extrañas casualidades de la vida, en noviembre de 1982, cuando Smith estaba en quinto grado, envió al entonces presidente Yuri Andropov una carta a fin de tratar de entender el porque de las tirantes relaciones entre los EEUU y la Unión Soviética. Esta carta desencadenaría uno de esos curiosos episodios de la llamada Guerra Fría...



Tenia yo por aquel entonces 14 años y recuerdo muy bien la carta en cuestión y el revuelo que suscito ese viaje...Una carta que se me antoja a día de hoy ya en edad adulta tierna y que rezuma inocencia en un mundo típicamente de adultos y mas en aquella época, donde la situación política de ambos países eran bastante tensas...
Estimado Sr. Andropov:
Me llamo Samantha Smith. Tengo diez años de edad. Felicitaciones por su nuevo trabajo. Estuve preocupada pensando en la posibilidad de que Rusia y los Estados Unidos se involucren en una guerra nuclear. ¿Votará por la guerra o no? Si no, por favor cuénteme cómo ayudará a evitar una guerra. Esta pregunta no la tiene que responder, pero me gustaría saber por qué quieren conquistar el mundo o al menos nuestro país. Dios hizo el mundo para que viviéramos juntos en paz y no para pelear.
Atentamente,
Samantha Smith
El diario soviético Pravda publicó su carta y el 25 de abril de 1983 recibió una respuesta de Andropov. este, le reconocía en su respuesta la valentía por escribir, y le explicaba las intenciones soviéticas de evitar por todos los medios una guerra. Además, ante la posesión de armas nucleares tanto por parte de Estados Unidos como por la U.R.S.S., Andropov le aclaraba que la intención de su país era jamás tener que utilizarlas, y por sobre todo, alcanzar la paz para todos los pueblos del planeta
Estimada Samantha:

Recibí tu carta, que es como tantas otras que me llegaron en este tiempo de tu país y otros países del mundo.

Me parece —lo infiero por tu carta— que eres una niña valiente y honesta, parecida a Becky, la amiga de Tom Sawyer en el famoso libro de tu compatriota Mark Twain. Este libro es muy conocido y querido por todos los niños en nuestro país.

Dices que estás ansiosa por saber si habrá una guerra nuclear entre nuestros países. Preguntas si estamos haciendo algo para evitar la guerra.

Tu pregunta es la más importante de las que se puede hacer cualquier persona inteligente. Te responderé seria y honestamente.

Sí, Samantha, nosotros en la Unión Soviética tratamos de hacer todo lo posible para que no haya guerras en la Tierra. Esto es lo que quieren todos los soviéticos. Esto es lo que nos enseñó el gran fundador de nuestro Estado, Vladimir Lenin.

El pueblo soviético sabe muy bien cuan terrible es la guerra. Hace cuarenta y dos años, la Alemania nazi, que buscaba dominar el mundo entero, atacó a nuestro país, quemó y destruyó miles de nuestros pueblos y villas, mató a millones de hombres, mujeres y niños soviéticos.

En esa guerra, que terminó con nuestra victoria, fuimos aliados de los Estados Unidos: juntos peleamos por la liberación de mucha gente de los invasores nazis. Supongo que sabrás esto por tus clases de Historia en la escuela. Hoy ansiamos vivir en paz, comerciar y cooperar con nuestros vecinos de esta Tierra —con los cercanos y los lejanos—. Y por supuesto con un gran país como son los Estados Unidos.

En los Estados Unidos y en nuestro país hay armas nucleares —armas terribles que pueden matar millones de personas en un instante—. Pero no queremos que sean jamás usadas. Por eso precisamente es que la Unión Soviética declaró en forma solemne por todo el mundo que nunca —nunca— será la primera en usar armas nucleares contra ningún país. En general nos proponemos discontinuar su producción futura y proceder a la destrucción de todos los arsenales existentes.

Me parece que esta es suficiente respuesta a tu segunda pregunta: "¿Por qué quieren hacerle la guerra al mundo o al menos nuestro país?". No queremos nada parecido. Nadie en nuestro país —ni trabajadores, ni campesinos, ni escritores ni doctores, ni grandes ni chicos, ni miembros del gobierno— quiere una guerra grande o "chiquita".

Queremos la paz —hay cosas que nos mantienen ocupados: sembrar trigo, construir e inventar, escribir libros y volar al espacio—. Queremos la paz para nosotros y para todos los pueblos del planeta. Para nuestros niños y para ti, Samantha.

Te invito, si tus padres te lo permiten, a que vengas a nuestro país; el mejor momento es este verano. Podrás conocer nuestro país, encontrarte con otros de tu edad, visitar un centro internacional de la juventud —"Artek"— a orillas del mar. Y verlo con tus propios ojos: en la Unión Soviética, todos quieren la paz y la amistad de los pueblos.

Gracias por tu carta. Jovencita, te deseo lo mejor.
Y. Andropov.
Lo curioso de esta carta fue esa amable invitacion que le hizo Andropov a conocer la Unión Soviética. Antes de salir de casa el 22 de julio Samantha sonrió a las cámaras de televisión y con una sonrisa, le gritó en ruso: "Будем жить!" (Vamos a vivir!)

El 7 de julio de 1983 Smith voló a Moscú con sus padres para pasar allí dos semanas como huésped de Andropov, aunque no pudo entrevistarse personalmente con el dado su precario estado de salud por aquel entonces si tuvo una charla telefónica con el.

En el viaje visitó Moscú, Leningrado y Artek, el principal centro de pioneros soviético, ubicado en Crimea. Allí optó por estar en contacto con los demás niños en lugar de alojarse en un lugar separado como le ofrecieron. Para facilitar la comunicación, se alojaron en su mismo edificio niños y profesores con buen manejo del inglés. Mientras compartía dormitorio con otras nueve niñas, Smith pasó su tiempo nadando, charlando, y aprendiendo canciones y bailes soviéticos. Hizo muchos amigos en Artek, como la leningradense Natasha Kashirina. Compartió reuniones con funcionarios del Kremlin, una estadía en un campamento juvenil, una noche en el Ballet Kirov, y hasta una breve conversación telefónica con la primera mujer cosmonauta, Valentina Tereshkova.


Smith tras su viaje declaro...
“los rusos eran iguales a nosotros”.
Esta jovencita se volvió un icono del pacifismo de la época...el libro que escribio al respecto este viaje "Viaje a la Unión Soviética" resulta fresco y ameno, demostrando un carácter jovial y comprometido, aunque algunos críticos, la interpretaron como una obra propagandística. Si bien mucha gente en Estados Unidos expresaba sentimientos positivos hacia su persona, buena parte de la población —incluyendo muchos inmigrantes soviéticos del período entre 1930 y 1950— no veía su viaje con buenos ojos, argumentando que Smith se había convertido en un elemento de propaganda.
Que detalle mas curioso...

Ya no entrare en si su temprano y desgraciado fallecimiento ocurrido el 25 de agosto de 1985 -con tan solo 12 años- en Lewiston-Auburn, estado de Maine (EEUU) en accidente de aviación fue debido a -como señala la rumorologia popular- por la mano de la CIA o el KGB... , solo se que fue una perdida irreparable de una jovencita valiente, a la que admiro profunda y personalmente.

Al funeral de Samantha Smith concurrieron unas 1.000 personas, entre las que se contaba Vladimir Kulagin, de la Embajada soviética en Washington DC, quien leyó un mensaje personal de condolencias enviado por Mijaíl Gorbachov. No hubo en el funeral representantes del gobierno estadounidense, aunque su madre recibio un telegrama de condolencia de la Casa Blanca.

La figura de Samantha Smith, fue casi olvidada con el pasar de los años...pero hoy quise rendir un pequeño homenaje a esta jovencita a colacion de la firma del START para que su ejemplo guie a los dirigentes de ambos paises y finalmente desaparezcan las armas nucleares de nuestro planeta.

Sirva esto como mi humilde homenaje a la camarada Samantha Smith...embajadora de la paz.

1 comentario:

  1. Hace unos meses recien me enteré de la existencia de esta historia. Aunque parezca mentira, esa noticia quedo olvida en mi país, o yo no la recuerdo (naci en 1971), o aquí estabamos despertando de la derrota en la Guerra de Malvinas. No se.

    Pero como en noviembre de 2012 se cumplen 20 años de la carta. Podríamos ir pensando en un homenaje. Tal vez algo como la samantaesfera o lo que sea.

    No se.

    Es una idea.

    Yo pienso recordarla en mis clases.

    Gustavo

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